Imágenes recibidas : Wednesday, 14 July
14 de julio (madrugada)
  
  
    | Conociéndola a mi hermana, nadie tomaría 
      en serio sus mensajes. Sin embargo, nunca se sabe... Por las dudas, me 
      dirijo a su cuarto y prendo las luces. Bajo la colcha, adivino la montaña 
      irregular y blanduzca de su cuerpo. Haciendo caso omiso de las luces 
      prendidas, duerme como un angelito encaramado a alguna nube en la 
      estratosfera. | 
 
14 de julio (madrugada)
 
 
  
  
    | El display marca 80 mensajes no leídos 
      ¿Es que nunca nadie que no sea yo atiende el teléfono en esta casa? Con 
      indignación, acciono el aparato y me apercibo de una cosa sorprendente: 
      ¡todos los mensajes son de mi hermana! Sus tonos varían desde el ahogado 
      susurro hasta el ataque de histeria y cada uno de ellos forma la pieza de 
      un abstruso rompecabezas del cual puedo armar el sentido sólo en parte: el 
      cuidador de la Sala de Aves Patagónicas del Museo de Ciencias Naturales la 
      ha secuestrado y la mantiene cautiva en el depósito de los Arácnidos. 
      Obligada por la mafia rusa, mi hermana, se ha robado del Museo un fémur de 
      Tiranosaurio que mantiene guardado en el ropero de su cuarto. Deberá 
      entregárselo a Vladimir, un espía siberiano. Por su parte, el cuidador 
      apícola, que es japonés y pertenece a la yakuza, está dispuesto a 
      maltratarla si ella no le entrega el hueso antes de la medianoche. Aunque 
      mi hermana permanece cautiva con las manos atadas a la espalda y colgada 
      del techo mediante un gancho, de algún modo se las ha arreglado para 
      acceder a su teléfono móvil, desde el cual ha estado llamando a nuestra 
      casa. | 
 
14 de julio (madrugada)
  
  
    | La sala está en penumbras. Las catódicas 
      luces celestes de la televisión titilan y el espacio se transforma 
      suavemente con cada cambio de la pantalla. Camino semidormido esquivando 
      sombras. Las anfetamínicas voces de los locutores deportivos retumban en 
      los altoparlantes de mis lóbulos cerebrales. Mi única meta es hacer 
      desaparecer de mi vida a los enfervorizados fanáticos de Ludueña, que 
      ahora invaden la sala al igual que antes invadían mi sueño. A los 
      manotones, alcanzo a accionar el OFF. Automáticamente, todos se esfuman y 
      quedo a oscuras por completo. Es decir, salvo por la intermitente lucecita 
      verde del contestador automático... |